Uno de los proyectos, desarrollado por Macedonio Yelma Aparicio, implementa un huerto hortícola con riego para el Centro Sentir (que atiende a niños de hasta 5 años) y estudiantes de la escuelita de la comunidad Rodé Lajitas. Gracias al huerto, el centro cosecha y dispone de sus propios productos, lo que abarata el precio de la alimentación y mejora la salud de los estudiantes. Miguel Castro Bautista, con otro proyecto, está de implementando una primera granja de gallinas criollas para su propia comunidad de Potreros, a la que probablemente sigan otras. Y la comunidad de Canaletas se beneficiará del proyecto de su vecina y participante del CETHA Noemy Guzmán, que propone instalar cisternas flexibles para el almacenamiento de agua.
Una reunión comunal se revisó el texto del convenio para discutir y evaluar su cumplimiento y realizar especificaciones en el mismo. Esta evaluación y seguimiento del acuerdo, que tiene una vida de más de medio año, demuestra como la comunidad y el CETHA realizan con voluntad el ejercicio de autoevaluación y mejora, atendiendo siempre a las propuestas y sugerencias que parten de todos y todas, ya sean comunarios/as, dirigentes, participantes, facilitadores o dirección.
Este texto con nuevas propuestas se presentó poco más tarde en la reunión de facilitadores y facilitadoras del CETHA y así se llegó a un consenso con el grupo. Esta es el procedimiento con el que el CETHA y la comunidad velan por lo acordado se cumpla, pero de manera flexible y abierta que permita realizar las modificaciones que se estimen oportunas dependiendo de las necesidades que puedan surgir.
La estrecha relación entre la comunidad, el CETHA y la AEPIP ha conseguido que haya empatía entre las tres células haciendo entender a los unos el punto de vista de los otros y viceversa, lo que ayuda a una apertura mental y adaptación a otras realidades que es lo que un Estado que presuma de una pluralidad debe practicar.
No quiere decir esto que todo sea armonioso y no existan choques de intereses, porque obviamente los hay, pero lo importante es que sí existe el respeto reciproco y que el convenio es una herramienta muy eficaz para la resolución de los conflictos que puedan surgir. Se suma a esto el hecho de que los miembros de la comunidad coincidan siendo representantes y ejerciendo funciones en alguno o los tres órganos, lo que -aunque pueda entenderse a veces como una cerrazón de fronteras- en realidad, contribuye en la mayoría de los casos a que el interés y preocupación sean compartidos por los tres corpúsculos dependientes entre sí, ya que los unos se encadenan con los otros. Además, el convenio crea un ambiente de continua crítica y seguimiento de las organizaciones y su comportamiento con la comunidad, que al final beneficia el cumplimiento en pro de todos.
Los miembros de la comunidad de Potreros tienen claro que aun siendo una comunidad bastante aislada, con un clima a veces duro y a menudo olvidada por las instituciones que la tienen a su cargo, la unión los hace fuertes y les facilita el trabajo. Quizás las vicisitudes les han hecho tener más coraje para afrontar los problemas y crear órganos operativos y efectivos.
Otro punto importante a tener en cuenta es el papel combinado del CETHA y los comunarios y las comunarias, que se han inter mezclado y pasando de ser participantes a ser facilitadores y facilitadoras, lo que nos descubre de nuevo, lo importante que es el vínculo y cómo la tan ansiada enmienda del curriculum de educación en cuanto al modelo socio-productivo, se cumple en Potreros.
El esquema es el siguiente: